"Hoy
publicamos una colaboración de Circulo Naval, la Web que desde hace años ha
realizado la titánica labor de unir a la gran familia naval cubana,
gracias a los esfuerzos de todos sus miembros y en especial de su
webmaster el Teniente de Navío del US Navy, Andrés Vázquez Ramírez, cuyo
desvelo y buen hacer, mantiene vivo el espíritu de unión de los marinos cubanos
en cualquier latitud. La colaboración de hoy es el artículo titulado “Historia
del Crucero Cuba”, que viera la luz en la Revista Herencia Cultural Cubana,
Vol. XVIII, Nº 3 del 2012; revista fundada y dirigida por el Dr. Alberto
Sánchez Bustamante, otro apasionado de la historia de Cuba y de sus
tradiciones culturales.
El
autor del trabajo, el Sr. Alberto Gutiérrez Barbero, nos ofrece en el
presente artículo, el devenir de esa auténtica joya de nuestra Marina, el
Crucero Cuba, que desafortunadamente fue hundido, más por la desidia y la
carencia de amor por las tradiciones navales de nuestro pueblo, que por el
fuego de los cañones. Siempre al referirme al Crucero Cuba, decano de nuestra
Armada, lo he hecho con un profundo respeto, para mí ha sido el abuelo de
nuestra Marina y el sitio donde se han forjado muchos de nuestros oficiales más
capaces. El Crucero Cuba tuvo un largo recorrido histórico de décadas, presente
siempre en todos nuestros acontecimientos navales más importantes, allí estuvo
durante los angustiosos días de la 2ª Guerra Mundial con sus 27.974 millas náuticas
recorridas escoltando mercantes y patrullando nuestra Isla, record entre todos
nuestros buques de guerra. El Crucero Cuba selló su destino y permanece por
derecho propio, indisolublemente ligado a la historia de nuestro país."
LA
HISTORIA DEL CRUCERO “CUBA”
Por:
Alberto Gutiérrez Barbero
Las
condiciones de insularidad hicieron que países como Gran Bretaña y Japón
buscaran respuestas en el mar. En la Cuba colonial principalmente, La Habana
fue base naval para la conquistas de otras tierras del nuevo mundo y del
sistema de flotas de España. Por otra parte, en su arsenal se construyeron los
grandes navíos españoles del siglo XVIII y durante nuestras guerras por la independencia los mambises
tuvieron soporte de algunas expediciones desde
territorio norteamericano.
Entre
otros sobresalieron los esfuerzos del General Emilio Núñez, de hecho el
precursor de la Marina de Guerra de Cuba. No obstante, cuando lo que aún hoy de
manera equivocada tiende a llamarse isla (sin tener en cuenta Isla de Pinos y más
de 1.300 cayos e islotes adyacentes), pasó a ser la República de Cuba, no hubo
el empuje necesario para el desarrollo con el mar como objetivo.
Finalmente,
a finales de la presidencia del General José Miguel Gómez, el popular caudillo
con sus aciertos y sus yerros, se aprobaron algunas resoluciones referentes a
los asuntos navales y marítimos. Luego de reorganizarse el modesto Servicio de
Guardacostas, nació la Marina de Guerra de Cuba con un programa de expansión naval
que culminó al construirse un crucero y un buque escuela en el astillero
Williams Cramps and Sons, de Filadelfia, Pennsylvania. En el futuro, a pesar de
que muchas unidades navales serían transferidas desde Estados Unidos y después
desde la unión Soviética, ninguna otra de relativa importancia saldría de las
gradas específicamente para servir en la
vigilancia y protección de las costas cubanas.
A la botadura de ambos buques el 10 de octubre de 1911 asistió el Capitán de Navío Julio Morales Coello, jefe de la Marina de Guerra de Cuba, junto a un numeroso grupo de autoridades cubanas y norteamericanas. La madrina del crucero fue la Srta. Mariana Gómez, hija del Presidente Gómez. De acuerdo a lo estipulado en La Habana al aprobarse el proyecto de construcción, la gentil doncella pronunció la frase: "Yo te bautizo con el nombre de Cuba", mientras lanzaba la tradicional botella de champán contra su proa. Así comenzó una singular página naval cubana, aunque lamentablemente siempre en mayor o menor grado viviríamos de espalda al mar.
Construido al costo de $10.000 y originalmente clasificado como crucero ligero de segunda clase, el “Cuba” tenías 2055 toneladas de desplazamiento, 260 pies de eslora, 39 pies de manga y un puntal de 26 pies. El calado era de 14 pies y su casco de 3/3 de pulgada de acero estaba dividido en 12 compartimentos estancos. Con máquinas alternativas de triple expansión, calderas de vapor y una autonomía limitada por una capacidad de 250 toneladas de carbón, sus dos hélices gemelas desarrollaban 18 nudos. La artillería principal consistía en 2 cañones de 4 pulgadas y la artillería secundaria estaba compuesta por diversas piezas de menor calibre. Sus embarcaciones auxiliares eran dos lanchas de vapor de 30 pies, dos botes de 28 pies y dos botes salvavidas.
Oficialidad del Crucero "Cuba" en Philadelphia (1924) durante la estancia de la embarcación en el puerto de esa ciudad para ser sometido a reparaciones.
El
primer comandante del “Cuba” fue el capitán de corbeta Gabriel Díaz Quibús y
desde un principio a la hoja de servicios propiamente navales del crucero, se
sumaron otras actividades, tanto en el ámbito nacional, como en el
internacional. Un exponente en lo diplomático y humanitario fue el viaje a
Veracruz, Méjico, en 1913, a instancias de Manuel Márquez Sterling, el
embajador cubano en el vecino país, con el propósito de proteger y expatriar
al depuesto Presidente Francisco Maderos. No obstante, Maderos fue asesinado y
sólo sus familiares pudieron ser transportados al asilo político que les había
ofrecido La Habana.
Durante
el transcurso de los vaivenes políticos de orden doméstico que sucedieron al Machadato,
el “Cuba” se destacó por apoyar el ataque al Castillo de Atarés en 1933. Al año
siguiente tuvo lugar la rebelión a bordo del crucero en Antilla, provincia de Oriente, liderada por su comandante, el Teniente de navío Evaristo Ulloa debido
a los cambios en la jefatura de la Marina de Guerra de Cuba. La sedición no
tuvo respaldo alguno, aunque reflejó la influencia de algunas corrientes
revolucionarias dentro del sector naval.
Luego de la modernización que incluyó la eliminación del carbón como combustible, uno de los momentos de gloria del “Cuba” fue en 1937, cuando al mando del capitán de Corbeta Pedro Brito Silva participó en la revista naval de Spithead, Gran Bretaña, con motivo de la coronación del Rey jorge VI. En la travesía, extendida a varios puertos de Londres hasta Oslo, por primera y última vez la bandera de la estrella solitaria pudo ser observada en latitudes al norte de Europa, ondeando a bordo de un buque de guerra cubano.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que Cuba, aliada de Estados Unidos, le
declaró la guerra al Eje, en la práctica se limitó a enfrentar la ofensiva
submarina alemana en aguas cercanas a nuestras costas. Los torpedos enemigos ocasionaron
el hundimiento de varios buques mercantes cubanos y la muerte a un número
considerable de sus tripulantes, pero en ese ínterin el caza submarinos cubano
CS-13 logró hundir al submarino alemán U-176, siendo la Marina de Guerra de Cuba la única en América Latina que se
anotara una victoria de esa índole. También al cesar las hostilidades se
determinó que el “Cuba”, comandados por los capitanes de Corbeta Antonio Cuadra
Garrote, Braulio Fernández Hernández y Marcos Pérez Medina, había navegado aproximadamente
28.000 millas en la región, escoltando con distinción un total de 90 buques
mercantes cubanos y extranjeros.
El
papel preponderante de “Cuba” finalizó en la post guerra con la adquisición de
tres moderna fragatas norteamericanas por la Marina de Guerra de Cuba. Después
de 1952, el crucero pasó a ser el equivalente a un buque presidencial. También
en ocasiones fue usado como buque escuela realizando viajes de instrucción alrededor
del territorio nacional en 1961.
Al
ser retirado del servicio activo y saqueado por su tripulación, permaneció
atracado en el Mariel hasta que años más tarde, luego de ser remolcado a la
Ensenada de Siguanea, en Isla de Pinos, fue blanco de cohetes desde otra unidad
naval cubana y hoy permanece hundido a 18
pies de profundidad y parcialmente visible.
Una de la últimas fotos tomadas al crucero "Cuba" en la bahía de Mariel, poco tiempo antes de ser utilizado como blanco en prácticas de tiro, con lo que se destruyó uno de los símbolos más auténticos de la marina de Guerra cubana.
Sin
ser un famoso buque capital, el “Cuba” era epítome de la historia naval cubana.
Y de haber habido un gobernante con al menos cierta inclinación a lo
civilizado, es posible que el crucero hubiera terminado en algún sitio de la
bahía de La Habana convertido en Museo Naval para la posteridad. Pero si se
considera el odio del vesánico tirano por todo lo cubano y su afán de borrar un
pasado mejor, el innoble e inmerecido final era de esperar.
Bibliografía:
1.-Balbis Torregosa, Pelayo, “ Historia de la marina de Guerra Cubana”
2.-Rubiera Guillermo, “Enciclopedia de Cuba”. Tomo IX. Gobiernos Republicanos /Acontecimientos más notables.