LA PEQUEÑA-GRAN CONTRIBUCIÓN DE LOS
MARINOS Y PILOTOS HONDUREÑOS A LA VICTORIA ALIADA
Por Maximino Gómez Álvarez
Honduras al estallar la
2da. Guerra Mundial, estaba presidida por el Gobierno de Tiburcio Carias Andino, quien había asumido
el poder en 1933. En principio el Gobierno hondureño mantuvo su status de neutralidad,
pero después del ataque a Pearl Harbor y por presiones de los Estados Unidos y
de los intereses bananeros de la United Fruit Company, amenazados por la
presencia de los U-boats alemanes en aguas caribeñas, declara la guerra a Japón
el 8 de diciembre de 1941, 24 horas más tarde del ataque japonés y la
Declaración de Guerra por parte Estados Unidos al Imperio nipón. Cuatro días
más tarde, Honduras extiende dicha declaración al resto de los países del Eje,
Alemania e Italia. Como resultado del Programa de Préstamo y Arriendo (Lend-Lease),
la aviación hondureña adquirió en una primera remesa, varios aviones que hacían
sumar en 18 aparatos las fuerzas aéreas de ese país, compuesta por 4 aviones de
entrenamiento, 2 tácticos, (entre ellos los viejos Boing 40 modificados para
lanzar pequeñas bombas) y 12 aviones de carga; más adelante, dichas fuerzas
serían incrementadas con 3 P-38 Lighning y algunos North American NA-16. La
Marina de Guerra de Honduras, por su parte, instituida en 1865 durante la presidencia
de José María Medina, era minúscula y al comenzar el siglo XX, además de
prácticamente inexistente, estaba compuesta por buques anticuados, por lo que el
presidente Carias Andino había ordenado la construcción de algunos buques como
el “Zambrano”, el “Búfalo” y el “Tigre”.
La pequeña Marina hondureña demostró su coraje durante el conflicto.
Con estas
escasas fuerzas la República de Honduras, un pequeño país que en la década de
los 40 tenía una población de poco más de 1.100.000 habitantes, inició sus
misiones de patrullaje, fundamentalmente
a cargo de la F.A.H. (Fuerzas Aéreas de Honduras) en el área
correspondiente al Caribe hondureño, zona que comenzó a ser amenazada
constantemente por las acciones de los submarinos alemanes, estableciéndose a
estos efectos bases en Puerto Cortés, Trujillo, Ceiba y Tela. Como consecuencia
de esta febril actividad de las F.A.H., el 24 de julio de 1942, un submarino
fue avistado por un avión de patrulla hondureño que le lanzó varias bombas de
60 libras, pero sin un aparente daño para el u-boat; el 3 de agosto de ese
mismo año, el Tte. Francisco Martínez García y el artillero, Sargento Armando
Murillo Díaz desaparecieron mientras patrullaban con un aparato Stinson O,
matrícula F.A.H.-2. Se ha especulado con la posibilidad de que hayan resultado
abatidos por la artillería antiaérea de un submarino, aunque nunca ha podido
verificarse con exactitud dicho extremo; revisado por este autor, los informes
del Mando Naval alemán correspondientes a ese día, hemos podido comprobar que
se encontraban operando en esa la zona el U-129 y el U-134, y aunque reportan
gran actividad de patrullaje aéreo, ninguno menciona un encuentro con la
aviación, ni derribo de ningún aparato; no obstante, debemos significar que
durante ese periodo fueron hundidos dos cargueros brasileños por ataques de
submarinos, sin que se haya podido identificar la o las naves atacantes, lo que
hace pensar que bien pudieran haber sido víctimas de la acción de submarinos
italianos que en esa periodo estaban operando también en dicha área y que el
encuentro entre el avión de las F.A.H pudiera haber tenido lugar con un submarino de esa nación y no con uno alemán;
pero esto, tanto en el caso de los buques brasileños, como del avión
hondureño, no deja de ser una posibilidad que no ha sido contrastada
fehacientemente.
Los pilotos de la pequeña nación realizaron centenares de patrullas.
Con sus reducidas fuerzas las F.A.H. cumplieron con su deber.
La Marina Mercante
hondureña fue también víctima mortal de dicha guerra submarina, más de 100
marinos hondureños perdieron la vida durante la contienda; durante 1942, el
período negro de la marina hondureña fueron hundidas cinco de sus embarcaciones;
la primera víctima lo fue el mercante artillado “Comayagua”, torpedeado por el U-125 al mando del comandante Ulrich
Folkers“ a las 18:12 horas del día 14 de mayo de 1942 y a 14 millas al Sur de
Gran Caimán sin lograr hundirlo; más tarde, sobre las 18:30 horas, es atacado
nuevamente por el mismo submarino y la nave comienza a hundirse. Minutos más tarde del incidente, un avión del
US Navy apareció sobre el área, intentando localizar al u-boat; esta misma nave
dio el aviso y los náufragos fueron rescatados por la embarcación “Cimboco”. Otro desastre ocurriría el 16 de mayo de
1942, cuando el mercante hondureño “Amapala” de 4,148 toneladas, fue atacado
con fuego de artillería por el U-507 al mando de su comandante Harro Schicht,;
el buque en principio intentó embestir al submarino que permanecía en la
superficie, pero sin éxito, luego resistió el ataque del u-boat, navegando en
zigzag, pero pronto fue alcanzado por el fuego nutrido de éste y los
tripulantes del mercante abandonaron la nave ya escorada y a punto de hundirse.
El "SS Amapala" intentó embestir al U-507 pero no tuvo éxito.
Los tripulantes del “Amapala” serían rescatados
más tarde por buques de salvamento del USS Coast Guard y los heridos llevados directamente
desde el sitio del encuentro al Hospital Naval de Pensacola en un hidroavión norteamericano,
el resto, fueron conducidos a la Base Burrwood. El “Amapala”, después de haber
sido abandonado el intento de hundirlo por el U-507, permaneció al pairo hasta
que el USCGC Boutwell (WPC 130) intentó remolcarlo, pero finalmente esta
operación fracasa y el “Amapala” termina hundiéndose a la media noche del mismo día en la posición
26º30N y 86º12W.
Informe del Alto Mando Naval Alemán donde aparece reflejado el hundimiento del "Castilla"
Otro fatal encuentro
ocurrió el 7 de junio de 1942 a las 04:08 de la madrugada, cuando el U-107 al
mando de Herald Gelhaus hunde al mercante “Castilla”; 28 de sus tripulantes y 4
armed guard fueron rescatados, los restantes 20 miembros de la tripulación y
dos armed guard perecieron en el ataque. Los naufragos, seis días más tarde
fueron rescatados por el USS Nike (WPC 112).
Al día siguiente del hundimiento del "Castilla", es torpedeado el mercante "Tela".
(Foto Karen Ritter Burlet).
Al día siguiente
del hundimiento del “Castilla”, 8 de
junio a las 06:59 horas, el U-504 al mando de Hans-Georg Friedrich Poske
dispara dos torpedos sobre el casco del mercante “Tela”, que tarda sólo 5
minutos en hundirse; varios sobrevivientes serían rescatados por el buque “Port Montreal” (hundido dos días
más tarde), el resto fueron rescatados por la goleta colombiana “Hiloa”.
El "Baja California" hundido por la acción del U-84.
Otra
pérdida irreparable la constituyó el mercante hondureño “Baja California”, hundido por la acción del
U-84 al mando de Horst Uphoff , cuya nave lo torpedeo a las 06:45 horas del 19
de julio de 1942 en aguas cercanas a Cuba.
Los sobrevivientes
fueron rescatados por la goleta cubana “San Ignacio” y conducidos a la Estación
Naval de la Habana (Arsenal de Casablanca), a donde arribaron dos días después.
Pero si los marinos
hondureños sufrieron en carne propia aquellas perdidas, también disfrutaron el
sabor de la victoria. Durante los días de la “Operación Torch” con el desembarco de las tropas
aliadas en Marruecos, las fuerzas norteamericanas había sufrido numerosas
pérdidas en diferentes zonas de guerra, entre ellas en el sector norte de Port
Lyauty donde perdió muchos hombres durante el desembarco y tuvo un elevado
número de heridos; allí en ese puerto estaban los cargamentos de combustible y
municiones que debían ser trasladados hacia otros sectores avanzados; en medio
de esta difícil situación, el 10 de noviembre de 1942, sólo unas horas después
del inicio de la invasión aliada, el carguero hondureño “Contessa” partió de
dicho puerto siguiendo el curso del río Sebu llevando municiones y gasolina a
bordo con destinos a las fuerzas mecanizadas norteamericanas.
El "Contessa", así lucia en los días en que escenificó su hazaña en el transoporte de combustible y municiones a las fuerzas aliadas en África.
A sólo trece kilómetros, el avance del “Contessa”
se vio detenido por el fuego de las tropas leales a Vichy; no obstante, respuesta
de la sorpresa inicial, la embarcación hondureña prosiguió navegando e
intentando eludir el fuego enemigo, y bajo un continuo y recio bombardeo, logró
llegar a su destino con su imprescindible carga intacta, la que fue descargada
de inmediato y conducida a las tropas que la necesitaban desesperadamente. Con
estos refuerzos las tropas norteamericanas logran la rendición y ocupación de
unos de los fuertes mejor defendidos y artillados de ese sector. El Comandante
norteamericano, Jefe del destacamento al enterarse de la aptitud heroica de los
marinos hondureños en el traslado de la carga, pidió le trajeran la bandera del
“Contessa” y la hizo izar en medio de la plaza, en señal de que aquella
victoria también le correspondía a la República de Honduras. Los marinos del
“Contessa” fueron condecorados y la bandera fue llevada por ellos de regreso a
Tegucigalpa; actualmente, si aún se conserva, dicha bandera se encuentra en
paradero desconocido.
Esta fue, en apretada
síntesis, la pequeña, pero a la vez gran contribución de los marinos y pilotos
hondureños a la victoria Aliada.
Imagen del "Contessa" abandonando el Puerto de la Habana, en uno de sus frecuente viajes a Cuba.
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