U-BOATS EN
EL MAR CARIBE
Por Maximino Gómez Álvarez
El 1º de septiembre de 1939
Alemania inició la invasión militar de Polonia; era el preludio de la 2ª Guerra
Mundial, un conflicto de alcance mundial con un saldo de destrucción y muerte
de dimensiones insospechadas y donde se decidió el destino de toda la
humanidad. Los planes hegemónicos y expansionistas de Alemania y sus aliados,
Italia y Japón, fueron elaborados minuciosamente con el objetivo de llevar a
cabo aquella aventura militarista; nada debía dejarse al azar, es por ello, que
desde los primeros momentos, el Alto Mando Alemán había trazado su estrategia
dirigida a enfrentar y derrotar a sus enemigos en este conflicto, en especial
Inglaterra, y para ello había diseñado un modelo de guerra de desgaste contra
esa nación, basado fundamentalmente en la asfixia económica, cuyo elemento
primordial lo constituía el corte de todo tipo de suministros, incluyendo los
de carácter bélico.
Meses antes del inicio de la
guerra, el Almirante Karl Döenitz, un
antiguo Comandante de u-boat, ahora convertido en Jefe de la flota submarina
(Unterseebootflotille),
había propuesto al Almirante Raeder[1],
Jefe de la
Kriegsmarine,
desarrollar un ambicioso plan destinado a golpear los suministros que
resultarían vitales para las naciones a las que se enfrentaría Alemania; dichos
planes fueron comunicados oportunamente al Führer Adolf Hitler. Según
Döenitz, una flota de 300 submarinos debía ser
suficiente para cortar definitivamente
cualquier intento de suministro destinado a los Aliados; pero para esa fecha,
su Flota de sumergibles sólo estaba compuesta por 56 unidades, de las que cerca
de un 50% no podía llevar a cabo acciones de largo alcance, es por ello que el
comienzo del hostigamiento de los mercantes que conducían mercancías fue
asumido en un principio fundamentalmente por unidades de superficie, tales como
embarcaciones artilladas con apariencia de indefensos mercantes, así como de
pequeños cruceros y acorazados de bolsillo como el Graf Spee, pero pronto la Royal
Navy se
fue imponiendo. Más adelante, el Almirante Raeder decidió jugarse otra carta
enviando a dichas misiones a los mejores buques de superficie de la Armada
Alemana, como el Acorazado Bismark, orgullo de la flota de
Hitler, que finalmente sucumbió ante la Flota
Británica. Estos fracasos continuos hicieron que fuera cobrando fuerza la tesis
de Döenitz, quien ya había intentado imponer sus
criterios a través del cumplimiento de riesgosas misiones llevadas a cabo por
sus hombres; quizás el ejemplo paradigmático lo constituya el hundimiento del
crucero británico Royal Oak en la ensenada de Scapa Flow[2],
por la acción del U-47 comandado por Günter Prient.
Para esta época los astilleros
alemanes habían puesto manos a la obra, con el objeto de botar al agua en
tiempo record, la mayor cantidad de submarinos posibles, al tiempo que se
trabajaba apresuradamente en el perfeccionamiento tecnológico de estos. Pero
Döenitz sabía que no bastaba con sólo disponer del
número apropiado de unidades submarinas, sino que era de vital importancia desplegar
una labor encaminada a garantizar el éxito de las mismas y para ello era
importante, además de buenos submarinos y tripulaciones debidamente
adiestradas, contar con la información necesaria para hacer más efectivos sus
ataques. Disponer de forma anticipada de los datos sobre los convoyes, sus
rutas, tácticas defensivas, protección de los mismos, etc. le harían contar con
una incuestionable ventaja y para ello encaminó una parte importante de su
esfuerzo, en disponer de los mecanismos apropiados para contar con dicha
información. A principios de 1939 Döenitz dio a conocer en detalles al Almirante Wilhem
Canaris[3], Jefe
de la Abwerh, los
planes que tenía para su arma, recabando de esta forma el apoyo de los
servicios de Inteligencia alemanes. Canaris, un
oficial de la marina con una amplia trayectoria, que desde 1931 había trabajado
en la inteligencia naval realizando labores de contrainteligencia y que había
sido comandante de un u-boat en el Mediterráneo, con el cual había logrado
hundir 80 buques, comprendió como ningún otro la importancia de la labor de
espionaje en el éxito de lo que se conocería como “Guerra Submarina Total”. La
eficacia de la combinación de estas dos fuerzas, arma submarina y labor de
inteligencia ya había sido probada en Scapa Flow; el éxito de la misión
del U-47 se debió, además de por el arrojo y la pericia
de Günter Prient y
los hombres bajo sumando, a un silencioso, pero no menos importante trabajo de
inteligencia desplegado por la Abwehr.
En tanto se incrementaba la
acción de los submarinos alemanes en el Atlántico norte, la Abwerh había dado instrucciones a sus redes de espionaje
establecidas en el continente americano, para que trabajaran arduamente en el
logro de información con relación a los embarques destinados al continente
europeo, al mismo tiempo se fueron “sembrando” agentes en algunos puntos
importantes, como México, Venezuela, Colombia, Panamá, Trinidad, Santo Domingo y Cuba, entre
otras áreas, cuyas misiones estarían encaminadas prácticamente, sólo a la
obtención de este tipo de información, la que se hacía llegar al Mando Naval
Alemán, y con ello, éste podía desplegar
sus fuerzas submarinas con el máximo de eficiencia. Hay autores que
afirman que los submarinos alemanes, partían al encuentro de los mercantes,
desplazándose de un lado a otro en la inmensidad del océano, hasta lograr contactar de forma fortuita con algún buque o
convoy, para luego atacarlo; ésta reflexión, además de ingenua, carece de un
fundamento sólido, los propios Aliados no tardaron en darse cuenta, que en una
gran cantidad de ocasiones, la aparición de submarinos actuando solos o en
formaciones como las conocidas “manadas de lobos”, irrumpían de repente en los
lugares idóneos pare efectuar sus ataques con una precisión de relojería; esta
apreciación dio lugar a otro capítulo, la lucha por romper el secreto del
contrario. Inglaterra, con una amplia experiencia en las labores de
inteligencia y contrainteligencia, desplegaría un titánico esfuerzo en ese
sentido. En 1939 los ingleses establecieron en las Islas Bermudas, el HQ
British Post Censorship Activity (Cuartel General para Actividades de Censura
Postal) en las instalaciones del hotel The
Fairmont Hamilton Princes, desde
donde más de mil doscientos hombres y mujeres debidamente adiestrados y con la
utilización de los más avanzados recursos de la época, realizaban la tareas de
intersección de correspondencia y de monitoreo radiotelegráfico, desde o hacia
el continente europeo; cerca de 23.000.000 cartas fueron monitoreadas por este
centro de control. Igualmente, los británicos habían establecido las
supersecretas instalaciones de Bretchley Park[4]
en las afueras de Londres, cuya febril actividad fue encaminada a romper los
códigos secretos nazis, lo que permitiría desentrañar sus planes militares,
entre ellos los referidos a la guerra submarina.
En Alemania finalmente se
habían creado algunas de las condiciones para que Döenitz llevara a cabo sus devastadores planes; el 17
de octubre de 1940, siete submarinos alemanes emboscaron y atacaron al convoy
CS-7 compuesto por 37 buques de los cuales fueron
hundidos 20; al día siguiente el convoy HX-79 fue igualmente atacado, de los 49 buques que
le componía, 12 desaparecieron para siempre en las profundidades del Atlántico.
Aún y cuando las pérdidas en mercantes y su preciosa carga iba en aumento
(entre Junio y Diciembre de 1940 más de 1.600.000 toneladas de carga habían
sido enviadas al fondo del mar), la capacidad de resistencia británica no
cedía; en realidad lograr un bloqueo total de las Islas británicas, que además
contaba con la supremacía en los mares, era una tarea que requería de una mayor
cantidad de submarinos. Para 1940, la botadura de submarinos promedio era de 2 a 3 unidades mensuales, lo
que resultaba insuficiente, pues según el propio Almirante Döenitz, para
lograr los objetivos perseguidos, era imperativo disponer de una flota de 300
submarinos operativos de modo que pudieran permanecer en el frente unos 100. El
Almirante Raeder ordenó la fabricación de 29 sumergibles por
mes, lo que supondría en teoría, disponer de los 300 submarinos requeridos por
Döenitz en
el plazo de un año, pero dicha cifra parecía imposible de ser alcanzada, habida
cuenta de que debían contemplarse las pérdidas que lógicamente iría sufriendo
esta arma, por lo que el deseo de mantener operativos 100 submarinos no tenía
posibilidades de alcanzarse hasta entrado 1941. En otoño del 41 ya los alemanes
disponían de 200 unidades, 80 de las cuales permanecían de forma permanente en
el teatro de operaciones; no obstante, en Julio de 1941, un informe del Estado
Mayor Alemán relativo a las construcciones navales reveló que el número de
submarinos construidos al mes, fijado en la cantidad de 29 unidades, había
bajado a 25 y poco después a 22, debido principalmente a la falta de
trabajadores. La carencia de personal ocasionada por la campaña de Rusia, ponía
en serio riesgo, el propósito de producir daños irreparables a la marina
mercante británica. Se estimaba entonces, que 2.400 trabajadores serían
necesarios para producir un u-boat por mes; por lo tanto, para producir los 25
barcos por mes (que fue el número de Hitler había exigido), se necesitarían 60.000
trabajadores. El número total de hombres que se hacían necesarios para producir
15 nuevos barcos por mes y mantener las reparaciones de por lo menos 190
submarinos, se estimaban en torno a los 76.150 trabajadores. Estas mismas
estimaciones fijaban en 85, la cantidad de hombres necesarios para la
reparación de un solo u-boat.
Pero a
pesar de las dificultades que confrontaban los alemanes en sus planes de
construcción de u-boats, aquel periodo constituyó un momento muy difícil para la Gran Bretaña; no
obstante, el 9 de mayo de 1941, el U-110 un submarino del tipo IXC mientras realizaba
una incursión donde hundió a 2 mercantes, fue atacado por la escolta que lo dañó seriamente y aunque su
comandante dio la orden de inmersión, éste se vio obligado a retornar a la
superficie, pues el agua de mar había penetrado en las baterías transformándose
en gases de cloro con peligro evidente de envenenamiento para la tripulación. Después
de emerger, el u-boat fue atacado por dos destructores y una corbeta, entonces
su comandante Fritz Julios Lemp ordenó hundir su nave abriendo los conductos
de ventilación, lo cual no fue posible; fue así que los destructores HMS
Bulldog y
HMS Broadway se lanzaron a la captura del submarino. Un
comando británico llevó a cabo la ocupación, extrayendo la máquina Enigma y los libros de códigos (code buch). Los
alemanes no creían que los británicos hubiesen logrado hacerse con la máquina
Enigma y los libros de códigos; ello se mantuvo en absoluto secreto y a pesar
de que en la exitosa operación de captura habían participado cerca de 400
hombres, la misma no se hizo pública hasta 1959. De esta manera, los ingleses
se habían hecho con un elemento que les permitiría enfrentar con precisión al
enemigo, al poder interceptar sus mensajes cifrados. Contar con la posibilidad
de descodificar las comunicaciones alemanas, la introducción de nuevos
elementos tecnológicos para la detección de u-boats y la construcción de nuevos
aviones de reconocimiento de largo alcance iba acortando la distancia entre los
éxitos alemanes y la capacidad de respuesta aliada.
El HMS Bulldog rodeando al U-110 semihundido.
Dos días depués del ataque japonés a Pearl Habor, los alemanes había levantado las
restricciones en cuanto a llevar la guerra submarina hasta la costa este de los
Estados Unidos, se daba inicio a la operación denominada Paukenschlag (Golpe de
Tambor).
En los días siguientes fueron enviados varios submarinos a ese sector marítimo y para el 12 de Enero ya habían sido hundidos 38 buques entre petroleros y mercantes de diferentes tipos; poco después, el 14 de Febrero de 1942 se dio inicio a la operación “Nueland” (Tierra Nueva) con el ataque del U-502 contra 5 tanqueros que navegaban en aguas del Golfo de Venezuela rumbo a Aruba, de este modo se iniciaban las operaciones sistemáticas en aguas del Caribe (el Mando Alemán incluía en el concepto regional de Caribe, tanto al propio Mar Caribe como al Golfo de México). Pasó esta zona geográfica a ser uno, sino el más importante teatro de operaciones de los u-boats; aquí desarrollarían durante un periodo importante de tiempo una de las más victoriosas campañas los hombres de Döenitz. En la noche de 15 al 16 de enero fueron lanzados varios ataques por u-boats que concluyeron con el hundimiento de varios mercantes y daños a la Refinería de Aruba; en días sucesivos se sucedieron otros ataques que provocaron la paralización del transporte marítimo de mercancías. La situación en Aruba, Curazao y Trinidad fue analizada y discutida en profundidad, participando en este proceso de asesoramiento, el Comodoro Kregohl del Grupo de Abastecimiento de Occidente y el Capitán Struewing del KMD de Hamburgo, ambos Capitanes de la marina mercante tenían un amplio y excelente conocimiento de la zona de operaciones. Como resultado de estas consultas se designaron las unidades U-67, U-156 y U-502 para que zarparan entre el 19 y 20 de enero, distribuyéndose de la siguiente forma: uno en Aruba, otro en Curazao y un tercero en la ruta entre Maracaibo y Aruba. Una serie continúa de exitosas incursiones fueron realizadas en las semanas siguientes; el mando Naval no quería desperdiciar la oportunidad de infringir golpes certeros a los aliados; un caso ilustrativo de esta afirmación fue el del U-66, que en pleno viaje de regreso se le ordenó no pasar Bermudas y permanecer en la zona de conflicto, a pesar de que sólo disponía en esa fecha de dos torpedos. Este recrudecimiento de las acciones en el área del Caribe condujo a que las pérdidas en la zona durante 1942, constituyeran prácticamente el 40% del total de las sufridas por los Aliados en el resto de los teatros de operaciones en igual periodo.
En los días posteriores al ataque a Pearl Harbor, las fuerzas armadas de los Estados Unidos tuvieron que hacer frente a una amenaza de proporciones similares en las defensas de su costa este. Los alemanes, en tanto, conocían plenamente las ventajas que les podía reportar una rápida acción ofensiva en el Atlántico; estos, además, sabían que con la participación americana en la guerra se incrementaría el movimiento de suministros hacia el teatro de la guerra, por lo que la entrada y participación directa de esta nación convertía a la Batalla del Atlántico en uno de los puntos claves de la estrategia nazi.
El 7 de diciembre 1941, el Mando norteamericano se vio ante la disyuntiva de no disponer de la capacidad naval necesaria para la protección de su costa atlántica y sin los necesarios medios aéreos que pudieran cubrir las extensas zonas a patrullar. Los recursos navales y aéreos resultaban a todas luces insuficientes para afrontar tan urgente tarea, los que resultaban incapaces de emprender la persecución de las fuerzas submarinas enemigas. El 31 de diciembre de 1941, un guardacostas había informado del avistamiento de un periscopio en el canal de Portland, y el 7 de enero un avión del Ejército avistó la presencia de un submarino frente a la costa de Nueva Jersey.
El mismo día que la Armada norteamericana había informado de la presencia de una flota de u-boats en aguas al sur de Terranova, el buque SS Cyclops era hundido frente a Nueva Escocia y tres días más tarde corría la misma suerte, el petrolero Norness en Nontauk Point, al sureste de Long Island. La situación general se hacía cada vez más difícil y requería de la toma inmediata de decisiones; en los 76 días posteriores al hundimiento del Norness, se reportó el aniquilamiento de otros 53 buques, lo que representaba la pérdida de 300.000 toneladas de arqueo bruto. Los estimados de hundimientos durante el mes de marzo, daban como resultado la posibilidad de alcanzar una tasa anual de 2.000.000 de toneladas, si no se ponía un freno inmediato a los éxitos de los u-boats alemanes. Unas pérdidas económicas de incalculables proporciones, amenazaban la ayuda brindada a los aliados; por otro lado, estas pérdidas incesantes, comenzaban a minar la moral de las tripulaciones de los mercantes, por lo que fue necesario el despliegue de un monumental esfuerzo propagandístico en aras de elevar el espíritu patriótico entre los marineros de los buques de transporte. Las compañías de seguro, entre tanto, comenzaron ha dejar de suscribir pólizas para los armadores y sus buques.
Estos primeros momentos resultaron particularmente difíciles, pues transcurridos cinco meses de iniciada esta nueva escalada en el conflicto, los submarinos enemigos operaban con relativa impunidad en las aguas costeras de América. En principio, la marina había contemplado la realización de las operaciones más allá de las zonas costeras, por lo que la aviación asumió tareas de apoyo en casos de emergencia en la defensa de dichas costa. Simultáneamente se comenzaron a elaborar planes estratégicos de defensa, que contemplaban medidas urgentes encaminadas a proporcionar en el menor plazo de tiempo posible, los medios mínimos necesarios, los cuales serían suministrados y contarían con el apoyo de los distintos mandos y para ello se establecieron medidas de control conjuntas, así como la creación de un Centro de Información, cuya base de operaciones fue establecida en la sede del Comando en New York y que había entrado en funcionamiento sólo cuatro días después del ataque a Pearl Harbor.
El Comando del North Atlantic Naval Coastal Frontier, que más tarde pasaría a llamarse Eastern Sea Frontier Command, asumió la responsabilidad de enfrentar la tarea de la lucha antisubmarina y para ello fueron puestas a sus disposición unas fuerzas integradas por una veintena de buques de superficie, que incluían 4 embarcaciones PY, cuatro caza submarinos, un guardacostas de 165 pies, otros seis de 125 pies, dos buques PG y tres embarcaciones de patrulla del tipo Eagle. A estas reducidas fuerzas le fueron asignadas la compleja tarea de custodiar las 1.200 millas existentes entre Maine y Key West. En realidad estas fuerzas resultaban totalmente insuficientes e inapropiadas técnicamente; la casi totalidad de estas embarcaciones se encontraban en absoluta desventaja si tenían que combatir a distancia con un u-boat, por lo que desde el primer día del conflicto, se produjeron casi a diario las peticiones de refuerzos, aunque en la práctica las posibilidades de aumentar dichas fuerzas con la urgencia requerida, resultaba totalmente imposible. Aquellas fuerzas seguían sin disponer de aviones capaces de asumir el patrullaje antisubmarino, tampoco les eran suministrados destructores, a pesar de la insistencia en que le fueran designados un mínimo de embarcaciones de dicha clase.
En los días siguientes fueron enviados varios submarinos a ese sector marítimo y para el 12 de Enero ya habían sido hundidos 38 buques entre petroleros y mercantes de diferentes tipos; poco después, el 14 de Febrero de 1942 se dio inicio a la operación “Nueland” (Tierra Nueva) con el ataque del U-502 contra 5 tanqueros que navegaban en aguas del Golfo de Venezuela rumbo a Aruba, de este modo se iniciaban las operaciones sistemáticas en aguas del Caribe (el Mando Alemán incluía en el concepto regional de Caribe, tanto al propio Mar Caribe como al Golfo de México). Pasó esta zona geográfica a ser uno, sino el más importante teatro de operaciones de los u-boats; aquí desarrollarían durante un periodo importante de tiempo una de las más victoriosas campañas los hombres de Döenitz. En la noche de 15 al 16 de enero fueron lanzados varios ataques por u-boats que concluyeron con el hundimiento de varios mercantes y daños a la Refinería de Aruba; en días sucesivos se sucedieron otros ataques que provocaron la paralización del transporte marítimo de mercancías. La situación en Aruba, Curazao y Trinidad fue analizada y discutida en profundidad, participando en este proceso de asesoramiento, el Comodoro Kregohl del Grupo de Abastecimiento de Occidente y el Capitán Struewing del KMD de Hamburgo, ambos Capitanes de la marina mercante tenían un amplio y excelente conocimiento de la zona de operaciones. Como resultado de estas consultas se designaron las unidades U-67, U-156 y U-502 para que zarparan entre el 19 y 20 de enero, distribuyéndose de la siguiente forma: uno en Aruba, otro en Curazao y un tercero en la ruta entre Maracaibo y Aruba. Una serie continúa de exitosas incursiones fueron realizadas en las semanas siguientes; el mando Naval no quería desperdiciar la oportunidad de infringir golpes certeros a los aliados; un caso ilustrativo de esta afirmación fue el del U-66, que en pleno viaje de regreso se le ordenó no pasar Bermudas y permanecer en la zona de conflicto, a pesar de que sólo disponía en esa fecha de dos torpedos. Este recrudecimiento de las acciones en el área del Caribe condujo a que las pérdidas en la zona durante 1942, constituyeran prácticamente el 40% del total de las sufridas por los Aliados en el resto de los teatros de operaciones en igual periodo.
En los días posteriores al ataque a Pearl Harbor, las fuerzas armadas de los Estados Unidos tuvieron que hacer frente a una amenaza de proporciones similares en las defensas de su costa este. Los alemanes, en tanto, conocían plenamente las ventajas que les podía reportar una rápida acción ofensiva en el Atlántico; estos, además, sabían que con la participación americana en la guerra se incrementaría el movimiento de suministros hacia el teatro de la guerra, por lo que la entrada y participación directa de esta nación convertía a la Batalla del Atlántico en uno de los puntos claves de la estrategia nazi.
El 7 de diciembre 1941, el Mando norteamericano se vio ante la disyuntiva de no disponer de la capacidad naval necesaria para la protección de su costa atlántica y sin los necesarios medios aéreos que pudieran cubrir las extensas zonas a patrullar. Los recursos navales y aéreos resultaban a todas luces insuficientes para afrontar tan urgente tarea, los que resultaban incapaces de emprender la persecución de las fuerzas submarinas enemigas. El 31 de diciembre de 1941, un guardacostas había informado del avistamiento de un periscopio en el canal de Portland, y el 7 de enero un avión del Ejército avistó la presencia de un submarino frente a la costa de Nueva Jersey.
El mismo día que la Armada norteamericana había informado de la presencia de una flota de u-boats en aguas al sur de Terranova, el buque SS Cyclops era hundido frente a Nueva Escocia y tres días más tarde corría la misma suerte, el petrolero Norness en Nontauk Point, al sureste de Long Island. La situación general se hacía cada vez más difícil y requería de la toma inmediata de decisiones; en los 76 días posteriores al hundimiento del Norness, se reportó el aniquilamiento de otros 53 buques, lo que representaba la pérdida de 300.000 toneladas de arqueo bruto. Los estimados de hundimientos durante el mes de marzo, daban como resultado la posibilidad de alcanzar una tasa anual de 2.000.000 de toneladas, si no se ponía un freno inmediato a los éxitos de los u-boats alemanes. Unas pérdidas económicas de incalculables proporciones, amenazaban la ayuda brindada a los aliados; por otro lado, estas pérdidas incesantes, comenzaban a minar la moral de las tripulaciones de los mercantes, por lo que fue necesario el despliegue de un monumental esfuerzo propagandístico en aras de elevar el espíritu patriótico entre los marineros de los buques de transporte. Las compañías de seguro, entre tanto, comenzaron ha dejar de suscribir pólizas para los armadores y sus buques.
Estos primeros momentos resultaron particularmente difíciles, pues transcurridos cinco meses de iniciada esta nueva escalada en el conflicto, los submarinos enemigos operaban con relativa impunidad en las aguas costeras de América. En principio, la marina había contemplado la realización de las operaciones más allá de las zonas costeras, por lo que la aviación asumió tareas de apoyo en casos de emergencia en la defensa de dichas costa. Simultáneamente se comenzaron a elaborar planes estratégicos de defensa, que contemplaban medidas urgentes encaminadas a proporcionar en el menor plazo de tiempo posible, los medios mínimos necesarios, los cuales serían suministrados y contarían con el apoyo de los distintos mandos y para ello se establecieron medidas de control conjuntas, así como la creación de un Centro de Información, cuya base de operaciones fue establecida en la sede del Comando en New York y que había entrado en funcionamiento sólo cuatro días después del ataque a Pearl Harbor.
El Comando del North Atlantic Naval Coastal Frontier, que más tarde pasaría a llamarse Eastern Sea Frontier Command, asumió la responsabilidad de enfrentar la tarea de la lucha antisubmarina y para ello fueron puestas a sus disposición unas fuerzas integradas por una veintena de buques de superficie, que incluían 4 embarcaciones PY, cuatro caza submarinos, un guardacostas de 165 pies, otros seis de 125 pies, dos buques PG y tres embarcaciones de patrulla del tipo Eagle. A estas reducidas fuerzas le fueron asignadas la compleja tarea de custodiar las 1.200 millas existentes entre Maine y Key West. En realidad estas fuerzas resultaban totalmente insuficientes e inapropiadas técnicamente; la casi totalidad de estas embarcaciones se encontraban en absoluta desventaja si tenían que combatir a distancia con un u-boat, por lo que desde el primer día del conflicto, se produjeron casi a diario las peticiones de refuerzos, aunque en la práctica las posibilidades de aumentar dichas fuerzas con la urgencia requerida, resultaba totalmente imposible. Aquellas fuerzas seguían sin disponer de aviones capaces de asumir el patrullaje antisubmarino, tampoco les eran suministrados destructores, a pesar de la insistencia en que le fueran designados un mínimo de embarcaciones de dicha clase.
Los medios antisubmarinos en principio resultaron insuficientes.
No
obstante la calamitosa situación de las fuerzas disponibles, pronto se adoptó
la decisión de reorganizarlas y dotarlas de medios. En cualquier caso, la tarea
de detección y caza de un submarino resultaba una tarea altamente
especializada, que requería de técnicas específicas y de la disposición de un
personal calificado para su manejo, por lo que la labor de adiestramiento de
tripulaciones fue otro de los problemas a resolver con inmediatez.
Las
estructuras fueron reorganizados una y otra vez, con el fin de optimizar el
rendimiento de los medios disponibles en el cumplimiento de las diversas misiones;
pero en ocasiones, estas complejas estructuras parecían estar sustentadas por
unas fuerzas fantasmas, pues los buques que debían integrarlas se encontraban
en su mayoría, en pleno proceso de construcción, en tanto que muchos de los
aviones, aún no habían salido de la cadena de producción. A finales de enero de
1943, el Comando de Apoyo Aéreo informaba que dichas fuerzas estaban integradas
por 114 aviones, pero en realidad, más de 90 de dichas naves estaban aún en
proceso de montaje.
El Mando Alemán conocedor en
detalle de estos hechos, había decidido extender la incursión de sus u-boats al
Mar Caribe y Golfo de México; éstos sabían que Estados Unidos carecía de
condiciones para ofrecer una adecuada protección a está enorme zona marítima,
por lo que una ascendente cadena de hundimientos de mercantes se llevarían a
cabo en dichas aguas con total impunidad. El Mando Naval norteamericano
consciente del peligro que esta nueva escalada representaba, decidió poner a
disposición del Gulf Sea Frontier Command (Comando Frontera del Golfo) de
varios B-18; días
más tarde, el Comandante General de la Primera Fuerza Aérea
llevó acabo la creación del Gulf Task Force (Fuerza de Tarea del Golfo), que asumiría el
control de todas las aeronaves que actuaban a las órdenes de la Gulf Sea Frontier. La
situación creada en el Golfo de México y Mar Caribe era de tal gravedad que fue
solicitada a la Tercera
Fuerza Aérea, la utilización de algunas de sus naves en el
patrullaje antisubmarino.
La campaña antisubmarina necesitaba
con urgencia entre otros elementos, de un equipamiento técnico adecuado, un
mejor y más eficiente sistema de comunicaciones, una organización más eficaz
para la tarea de cazar submarinos, así como de un mejor programa de
capacitación técnica de las tripulaciones y personal de tierra.
Estas eran a grandes rasgos las
condiciones existentes en los mandos aliados en el momento más agudo de las
incursiones de los u-boats en la costa este de los Estados Unidos y en especial
del Mar Caribe y Golfo de México. Un año después, estas condiciones irán
cambiando cada vez más y a un ritmo creciente, produciéndose un giro en los
acontecimientos, pero hasta entonces, los u-boats realizaban sus campañas de
hundimientos con enorme éxito y con un mínimo de pérdidas entre sus fuerzas, debido
a la carencia casi absoluta entre las naciones americanas, de capacidad
antisubmarina en sus Armadas.
Distribución de los mandos durante la campaña anti-submarina en América.
Varios tratados y acuerdos
fueron firmados entre Estado Unidos y algunas naciones latinoamericanas, a fin
de mejorar la composición y técnica de sus marinas y aviación, así como, para
establecer una estrategia conjunta de enfrentamiento en caso de guerra. Cuba fue signataria de varios de estos Acuerdos de
carácter militar, entre ellos el suscrito a mediados de 1942, convirtiéndose en
una de las naciones más comprometidas con la situación del estado de guerra
imperante en aquella área geográfica.
Paralelo a la estructuración
del sistema defensivo y de su cuerpo organizativo, se prepararon una serie
bases que cubrían una amplia zona costera que comprendía tanto al territorio estadounidense,
como el de otros países del entorno y cuya misión era garantizar la efectividad
de respuesta a las incursiones de los u-boats del III Reich. Ya en el otoña de
1941 se habían habilitado las bases de Fort Reid y Waller en Trinidad, que fueron ampliadas en
1942 con el aeródromo de hidroaviones de Chaguaramas próximo a Puerto España, al que siguieron los aeropuertos
militares "Dakota", en Aruba y el
“Hato” en Curazao.
Hangar en Carlson Field, Trinidad. Foto Naval History and Heritage Command.
Base Naval en Trinidad. Foto Naval History and Heritage Command.
Base de hidroaviones en Bermudas
Foto Naval History and Heritage Command.
.
Los nuevos enclaves militares
quedaron entonces distribuidos de la siguiente forma, bajo el mando del Comando
Antisubmarino:
-Gander Lake, Newfoundland.
-Darmouth Field, Halifax.
-Dow Field, Mangor, Me. USA
-Granier Field, Manchester New York USA
-Westover Field, Chicopee Falls, Mass. USA
-Otis Field, Falmoutth, Mass. USA.
-Mitchel Field, Hempsted N.Y., USA.
-Fort Dix AAB, New Jersey, USA.
-Dover Airport, Dover, Del. USA.
-Kindley Field, Bermudas.
-Langley Field, Langley. Vaa. USA
-Bluethenthal Field, Milmington N.C. USA.
-Charleston AAB, Jacksonville Fla. USA.
-Miami 36th Street Airport. Miami Fla. USA.
-Oakes Field, Nassau. Bahamas.
-Boca Chica Navy, Key West, USA.
-Galveston Airport, Texas. USA.
-Drew Field, Tampa.
-Gulfport, Miss.
USA.
-Batista Field (Caribbean Command), San Antonio de los Baños,
Cuba.
-San
Julian (Caribbean Command), Pinar del Río, Cuba.
-Borinquen,
Puerto Rico.
-Cozumel,
Mexico.
Con estas primeras fuerzas se
intentaba hacer frente a las crecientes incursiones de los u-boats en la costa
este de los Estados Unidos y en el área del Caribe y Golfo de México,
disponiendo con el paso del tiempo de nuevos y más eficaces medios navales y
aéreos y el establecimiento de nuevas bases en el Caribe, con lo que se
intentaba poner freno a las operaciones de la flota submarina alemana, que
tenían lugar en dichas zonas y en dirección al Atlántico sur. En medio de esta
enorme complejidad tuvieron lugar las incursiones de los u-boats, que ocasionaron
durante un periodo de tiempo importantes pérdidas, especialmente entre los mercantes
que conducían petróleo y cargamentos de bauxita.
El 6 de febrero de 1942 había
sido creado el Comando del Gulf Sea Frontier destinado a defender toda la costa sur
estadounidense desde Jacksonville a Texas, la misma estaba integrada por los
Distritos Navales nº 7 y nº 8, y sus Estados Mayores fueron establecidos en Key
West y New Orleans respectivamente y a cuyo mando le fue asignado en calidad de
Comandante, el Capitán Russel Crenshow. En tanto, el US Caribbean Sea Frontier, creado
entonces, fue el encargado de enlazar los puntos establecidos entre Panamá,
Puerto Rico, Trinidad y Guantánamo en Cuba. Se
abría así uno de los más importantes episodios del conflicto, el del
enfrentamiento a la flota submarina alemana en las aguas del Caribe y el Golfo
de México, convertida para entonces, como se ha dicho, en el principal teatro
de operaciones de los submarinos de Döenitz. En el caso específico de Cuba, las
operaciones coordinadas se llevaron a cabo de conformidad con los acuerdos
firmados entre los gobiernos de EE.UU. y Cuba el 12 de junio 1942; estas operaciones comenzaron a ser
controladas directamente desde la sede de la 25 Ala Antisubmarina con sede en
Miami Florida.
El incremento de fuerzas y tipo de técnica fue cambiando el curso de los acontecimientos.En la foto un B-25G.
La enormes y continuas pérdidas
ocasionadas por los u-boats, llevaron a los Estados Unidos ha establecer el
sistema de convoy conocido como “Buckel Brigade”, el cual consistía en la
táctica de viajar en formación de convoy lo más próximo posible a la costa
durante las horas del día e intentando en lo posible buscar abrigo y anclar en
puertos protegidos durante la noche; escoltándose cuando era necesario navegar
en mar abierto. No obstante, debido a la carencia de buques de escolta, dicho
sistema no fue aplicado de forma sistemática en el Caribe y Golfo de México. Así
en verano de 1943 cuando se concentraron los ataques en la zona de Trinidad y
esta nueva estrategia de dispersión obligaba a mantener una fuerza numerosa
dedicada a la detección y caza de u-boats, los alemanes adoptaron la táctica de
moverse y operar en corredores de mercantes que sabían carecían de protección
suficiente y donde el patrullaje eficaz se hacia extremadamente difícil por lo
extenso de las áreas a cubrir y la enorme cantidad de medios que ello exigía
tener a disposición.
En principio se establecieron varios grupos, que
constituían subregiones, Guantánamo, Puerto Rico, Trinidad y Curazao; en el
campo aéreo de Edimburgo en Trinidad, el 9º Escuadrón antisubmarino fue
reforzado con diez aviones B-18B e igualmente fueron reforzados con nuevos
medios, los enclaves de Santa Lucia y Barbados entre otros. Algunos escuadrones
con nuevos aparatos B-24D y B-25G pasaron a reforzar las defensas de Belén,
Natal, San Salvador y la Isla
de Ascensión, las que constituían puntos estratégico para combatir cualquier
intento de despliegue táctico de los submarinos alemanes en dicha zona.
Base de hidroaviones en Naratu, Brasil. Foto Naval History and Heritage Command.
Mc Callan Field en Guantanamo, Cuba.
Foto Naval History and Heritage Command.
Foto Naval History and Heritage Command.
10mo. Distrito Naval en Puerto Rico.
Foto Naval History and Heritage Command.
[1]Erich Johann Albert
Raeder, nace
en Wandsbeck el 24 de Abril de 1876; ingresó en la Marina Imperial
Alemana en 1894 y en 1922 es ascendido a Contralmirante hasta 1925 en que
alcanza el grado de Vicealmirante. Su meteórico ascenso continuo, alcanzando el
rango Almirante General y Comandante en Jefe de la Kriegmarine. En 1939 recibe el
bastón de Gran Almirante. Fue de los pocos miembros de la alta oficialidad nazi
que se atrevía a discutir las órdenes del Führer Adolf Hitler. Se
opuso tenazmente a la invasión a la Unión Soviética, por estar convencido de
que Alemania no se encontraba preparada para dicha operación. Fue relevado de
su cargo en 1943, siendo sustituido por Karl Döenitz. Se le
nombró entonces como Inspector General de la Kriegmarine, un puesto honorífico,
al que poco después renunciaría. Capturado al final de la guerra por las
fuerzas aliadas fue condenado a cadena perpetua por el Tribunal de Nuremberg.
Fue puesto en libertad en 1955 por razones de salud. Falleció en la ciudad de
Kiel, el 6 de enero de 1960 a la edad de 84 años.
[2]Scapa Flow, ensenada de 20 kilómetros de
largo y cerca de 14
kilómetros de ancho al este del Archipiélago de las
Orcadas, que por su posición servía para mantener protegido el acceso al Mar
del Norte, prestando protección a los convoyes del Atlántico, por ello se había
convertido en una base de primera importancia para el Almirantazgo Británico,
apoyado además, en el hecho contrastado de que las condiciones naturales de que
gozaba, hacían de la misma un bastión naval inexpugnable. La entrada del puerto
estaba protegida por una barrera flotante formada por resistentes redes de
cables de acero atados en sus extremo a barcos que se movían cuando era
necesario para permitir el acceso al mismo y en el fondo habían sido instalados
detectores antisubmarino; sólo una pequeña brecha quedaba desprotegida y fue
descubierta por los alemanes. Scapa Flow se hizo famosa, cuando el día 12 de
Octubre de 1939, el U-47 comandado por Gunther Prien logró penetrar en
dicha ensenada y aprovechando la oscuridad y con el factor sorpresa a su favor,
torpedeo al buque HMS Royal Oak, un destructor del tipo Repulse de
29.000 toneladas de desplazamiento, al que hundió sin dar tiempo a que la
tripulación del mismo pudiera responder al ataque.
[3]Franz
Wilhelm Canaris, (1887-1945). Oficial de la Kaiserliche Marine
y la Kriegmarine. Participó en 1ª Guerra
Mundial. Con grados de Almirante, Canaris fue puesto al frente de la Amt Ausland Abwehr
im Oberkommando der Wehrmacht, desde donde dirigió las labores de espionaje,
contraespionaje y establecimiento de redes secretas en distintas naciones. Una
serie de acontecimientos e intrigas provocaron el desplome de la Abwehr a
principios de 1944. Después del fracaso de intento de atentar contra Hitler,
Canaris fue
detenido y conducido poco tiempo después al campo de concentración de
Flossenbürg. El 8 de abril de 1945, muy cerca ya de la derrota alemana, los
guardias de las SS le asfixiaron utilizando un cepo de hierro y luego le
cremaron.
[4] En Brechtley Park a 80 km de la ciudad de
Londres, fue instalado por los británicos un complejo de inteligencia, cuya
misión fundamental consistía en lograr desentrañar los códigos secretos del III
Reich alemán. Allí fue instalado lo que pudiera considerarse el primer
ordenador del mundo, que contribuyó a la titánica tarea de decodificar y
analizar los códigos secretos nazis. La existencia de este Centro de
inteligencia, se mantuvo en absoluto silencio por los ingleses hasta mediados
de los años 70 del pasado siglo.
Fuentes consultadas: NARA (National Archives and Record Administration), Washington D.C. y US Coast Guard Archives.
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