jueves, 8 de agosto de 2013

CONTRIBUCION DE LA REPÚBLICA DE CUBA A LA 2ª GUERRA MUNDIAL



U-BOATS EN EL MAR CARIBE
 CUBA EN LA 2ª GUERRA MUNDIAL



Por  Maximino Gómez Álvarez (Historiador y Vice-Presidente de la Asociación para la Investigación y Difusión de la Historia Naval de Cuba)

El día 9 de diciembre de 1941, dos días después del ataque a Pearl Habor, Cuba mediante el acuerdo adoptado por la Cámara de Representantes y el Senado declara  la guerra al Imperio Japonés; el día 11 del mismo mes, la  pequeña nación caribeña hacia extensiva dicha declaración de guerra a Italia y Alemania en términos similares a la cursada a Japón, colocándose así la joven República a la cabeza de las naciones latinoamericanas en el enfrentamiento a las fuerzas del eje.(1)


El presidente de la República de Cuba Fulgencio Batista y Zaldivar tomaba una desición histórica, declarar la guerra a las Naciones del Eje Roma-Berlín -Tokio. 


La principal contribución de la República de Cuba al esfuerzo bélico durante la Segunda Guerra Mundial, en la lucha contra el eje Roma-Berlín-Tokio, se centró en el suministro de materiales estratégicos destinados a la industria de armamentos, en el combate contra la  formación de una “quinta columna” dentro de la Isla, la desarticulación de la presencia de agentes y miembros de los servicio de inteligencia enemigos y la participación de su pequeña Marina de Guerra junto a la de Estados Unidos, en la protección del tráfico marítimo en el Caribe y Golfo de México, zonas estas que llegaron a sufrir el asedio constante de la temible flota de u-botas del Almirante Karl Döenitz. 
En el terreno económico el país antillano asumió un destacado papel como proveedor de materias primas con destino a las naciones aliadas, produciéndose un salto en sus exportaciones, principalmente de azúcar, pasando de 95.000.000 pesos en 1940 a 167.000.000 pesos en 1941. Durante los años 1942, 1943 y 1944 el comercio de azúcar crudo y refino ascendió a 7.992.893 toneladas, vendidas en su mayoría a la Corporación de Suministros de Defensa de los Estados Unidos, por un valor de 54.723.000 pesos. Estas exportaciones no sólo satisfacían las demandas de azúcar con carácter alimenticio para las tropas que se encontraban en el frente de batalla, sino que además, servían como material estratégico de carácter bélico; una cantidad importante de esta azúcar era utilizada en la extracción de alcohol, materia prima de primera importancia para la preparación de explosivos. La producción de alcohol en Cuba pasó 34.600 kilolitros en 1941 a 211.155 kilolitros en 1944, para lo cual durante dicho periodo, el número de destilerías se incrementó sustancialmente pasando de 25 en 1941 a 72 en 1945; del total de esta producción, fue destinada al conflicto cerca de 154.000 kilolitros.
El café y el tabaco fueron otros de los productos suministrados sistemáticamente y en importantes cantidades por Cuba, con destino a los soldados que luchaban en los distintos frentes de batalla. En el caso de la industria tabacalera, en los años del conflicto comprendidos entre 1941-1945, se realizaron exportaciones por valor de algo más de 158.000.000 de pesos de tabaco en rama y manufacturado[4].
En el orden interno, se destacaron los esfuerzos tendientes  a diversificar la producción de alimentos destinados al consumo de la población, incrementándose sustancialmente el autoabastecimiento, sustituyéndose así muchas de las importaciones que hasta entonces realizaba la Isla en el mercado internacional.
Durante esta etapa, Cuba incrementó igualmente sus producciones de hierro, cobre, níquel y manganeso, este último considerado un metal de vital importancia para la producción de blindajes de tanques y embarcaciones de guerra; sólo en 1942 las exportaciones cubanas de dicha materia alcanzaron las 245.000 toneladas. El níquel fue otro de los metales suministrados por la Isla en grandes cantidades con destino igualmente a la industria militar; en 1942 el Grupo Rockefeller inició la instalación de la primera planta, en la península conocida como Lengua de Pájaro, a un costo de 40.000.000 de dólares, logrando su primera producción a finales de 1943, convirtiéndose este país poco después, en el 4º productor mundial de dicho material estratégico. 

 Planta de producción de niquel, material estratégico suministrado por Cuba en grandes cantidades.



Todo este proceso productivo se vio favorecido por la existencia de infraestructuras vitales, como la construcción de la Carretera Central finalizada en los años 30, que comunicaba de forma orgánica toda la Isla, al tiempo que enlazaba diversas poblaciones importantes a lo largo de toda su geografía. La prolongación de la comunicaciones férreas igualmente facilitaron los movimientos mercantiles y la existencia de estructuras portuarias jugaron un importantísimo papel en el comercio de importación y exportación, cabe señalar la Bahía de Nuevitas y los puertos de “…Tarafa, situado al norte de la Península del Gûincho, que entonces era el mayor puerto exportador de azúcar del mundo, dotado de enormes almacenes y terminal de ferrocarril, y el de Pastelillo, también uno de los puertos de importación más importantes de Cuba. Por ambos puertos se embarcaba el azúcar de al menos dieciséis grandes centrales azucareros, siendo la capacidad de almacenaje de ambos en aquella época, de alrededor de 1.500.000 sacos de azúcar, así como del almacenaje de 12.000 galones de miel y de unos 11.000 galones de petróleo”[5].
El valor total de las exportaciones en Cuba alcanzaban en su conjunto durante el año 1944, la cifra de 427 058 000 de dólares.


Se produjo un aumento considerable de las exportaciones.

Si bien es cierto, que al iniciarse la 2ª Guerra Mundial, Cuba hacia poco más de 40 años que había salido de un desbastador conflicto (la guerra hispano-cubana-norteamericana), el cual había ocasionados enormes daños a su ya precaria economía; no obstante, en las décadas que precedieron al conflicto mundial, la joven República había alcanzado grandes progresos que la iban situando a la cabeza de las naciones americanas. A pesar de que la industria azucarera constituía el principal soporte económico de la Isla, se había gestado un desarrollo, aunque incipiente, de otras industrias que iban desde la producción de materias primas a la elaboración de productos para el consumo interno que permitieron ir satisfaciendo las crecientes demandas. El historiador e investigador español Antonio Santamaría García, señala:
“En una economía grande, como la cubana en el contexto latinoamericano, muchas actividades desconocidas o infravaloradas frente a las vinculadas al comercio exterior, crearon igual o más riquezas que sus equivalentes en otras más pequeñas o diversificadas. Según cálculos propios y de J. Pérez-López, en 1925, la industria no azucarera generó el 26% del ingreso manufacturero y el 8% del producto nacional bruto, y en 1939, el 39% y el 12%, porcentajes bajos comparados con los de las exportaciones (50 y 30% del PNB en esas fechas), pero también más altos que los de los países como Nicaragua, Honduras, Perú y Colombia y, a finales de los años treinta, no muy inferiores a los de Brasil y Uruguay”
En materia de seguridad, Cuba desplegó un importante papel en el enfrentamiento de la 5ª columna y la presencia de  agentes enemigos; creándose para ello en 1940 las oficinas del Servicio de Investigación de Actividades Enemigas (S.I.A.E.), cuyas primeras dependencias se instalaron en una casona de la Avenida del Malecón, trasladándose poco después a la calle Sarabia entre Unión y Arroyo, en el barrio habanero del Cerro, lugar donde se levantaba el edificio de la Sección de la Radio Motorizada de la Policía Nacional. Este importante organismo contó desde su fundación con el asesoramiento directo del MI6 británico y el SIS-FBI norteamericanos, cumpliendo misiones de inteligencia, contrainteligencia y encabezando la lucha contra las diversas formas de sabotaje y guerra secreta. Al frente del S.I.A.E. fue designado el Capitán  Mariano Faget Díaz[7] como su Director Jefe con grados de Comandante de Primera Categoría, cuya Institución asumió importantes misiones, destacándose entre ellas la búsqueda y captura del espía alemán Heinz August Küning[8], quien dirigió una de las redes de inteligencia establecidas por el III Reich en el país antillano y cuya presencia fuera detectada por el Headquater British Censorship Activity[9] establecido en el hotel Fairmont Hamilton Princess en las Islas Bermudas.




La joven y pequeña Marina de Guerra de Cuba, creada por decreto-ley Presidencial el 2 de julio de 1909 por el entonces Presidente José Miguel Gómez[10], sustituyendo así el hasta entonces existente Servicio de Guardacostas instaurado en 1902, poseía un carácter regulador y defensivo de las fronteras marítimas isleñas y en modo alguno estaba preparada para afrontar las tareas de escolta, vigilancia y protección que le iba a imponer un conflicto de alcance mundial, por lo que en un lapso mínimo de tiempo tuvo que acometer la  tarea de preparación de personal para cubrir las necesidades que se fueron generando, en la medida que se incrementaban y modernizaban sus  fuerzas navales. 

Crucero "Cuba" formó parte de innumerables convoyes.

 Las únicas fuerzas cubanas que participaron de forma directa y combinada con Estados Unidos fueon la marina y la aviación. 

La Marina de Guerra cubana  siempre estuvo lista para enfrentar la amenaza enemiga.

 Aviación cubana en disposición de combate.

 La aviación, pese a lo reducida de sus fuerzas estuvo siempre a la altura de las circunstancias.


Blindados suministrados a Cuba a través del Lend Lease Program.

 Otro aporte importante de Cuba lo constituyó el acuerdo alcanzado con Estados Unidos y firmado entre las dos naciones el 10 de febrero de 1943, para la construcción en suelo cubano de las Bases aéreas de San Antonio de los Baños (La Habana) y San Julián (Pinar del Río), cuyo objetivo era el establecimiento de facilidades para los escuadrones aéreos norteamericanos de lucha antisubmarina, encargados de la protección del Caribe y Golfo de México y para el entrenamiento de los escuadrones de bombarderos de ese país que operaban en el frente europeo y en el Pacífico; ello, además, preparaba a los aliados, para en caso de que el conflicto se extendiera a las naciones americanas, Cuba por su privilegiada posición estratégica, asumiera la función de un enorme portaviones estacionado a la entrada del hemisferio. A menudo esta concesión de suelo por parte de Cuba, para establecer bases militares en territorio isleño, es considerada por algunos autores como una muestra de la ingerencia de Estados Unidos y la dependencia de Cuba hacia esa nación. Sobran ejemplos para ilustrar el comportamiento injerencista que han mantenido determinadas administraciones norteamericanas para con los países latinoamericanos, entre ellos Cuba, a lo largo de la historia y la actitud lacaya  mostrada en determinados momentos históricos por dichas repúblicas, pero hay determinados hechos que no admiten ser sacados de contexto. La República de Cuba fue signataria de la Declaración de la Naciones Unidas del 1º de enero de 1942, donde las naciones se comprometían a emplear todo su potenciar económico, militar y financiero en el enfrentamiento del Eje Roma-Berlín-Tokio y Cuba actúo en consecuencia. Ya para esa fecha, la tristemente celebre Enmienda Platt había dejado de existir. 

Entre 1942-45 fueron suministrados a Cuba 48 aviones para su Fuerza Aérea. En la foto uno de los 10
North American AT-6 transferidos a la Isla.

El establecimiento de bases militares, además de responder a los requerimientos bélicos del hemisferio, como se ha dicho anteriormente, suponía la seguridad del suelo cubano en caso de que la guerra se extendiera al continente americano. Gran Bretaña, una nación poderosa económica y militarmente, firmaba el 3 de septiembre de 1943, un Acuerdo mediante el cual concedía en arriendo a los Estados Unidos de Norteamérica y por un periodo de 99 años,  bases en Jamaica, La Antigua, Sta. Lucia, Trinidad, Guyana Británica y Bahamas a cambio del suministro por aquel país de 50 destructores anticuados; aquí evidentemente no hablamos de un modelo de relaciones entre un país rico y otro pobre, sino, entre dos potencias económicas y militares.


 La marina mercante cubana contribyó al esfuerzo bélico y fue víctima en más de una ocasión de esa guerra. 

A la Marina Mercante cubana también le correspondió la importante tarea de mantener el abastecimiento, tanto entre los distintos puertos de la isla, así como entre estos y los de otros países, contribuyendo al traslado de material estratégico con destino a los aliados. Esta pequeña flota de mercantes cumplió dicha tarea con honor y sacrificio, y fue en más de una ocasión víctima de esta guerra, que sembró el luto y el dolor en los hogares cubanos. Sus barcos, como el de otras muchas naciones, fueron blanco del ataque de los submarinos del III Reich. 

(1)La Declaración de Guerra de Cuba a los paises del Eje, fue una desición tomada en un acto de legítima soberanía, tras una larga deliberación de la Cámara de Representanttes y el Senado y en consonancia con el estado de la guerra y los difíciles momentos que atravezaba la humanidad, y en modo alguno estuvo presente ningún tipo de presión por parte del gobierno norteamericano, como han pretendido hacer creer algunos autores.
[2]Karl Döenitz, (Berlín 1891-Hamburgo 1980). Marino alemán que tomó parte en la I y II Guerra Mundial. Fue designado Jefe de la Bootwafe con rango de Grossadmiral. El 30 de abril de 1945 fue nombrado por el propio Fürher Adolf Hitler como su sucesor. Detenido por los aliados, fue juzgado en el Juicio de Nuremberg, acusado de crímenes de guerra y de ser responsable de la Orden Nº 154. Declarado culpable se le condenó a 10 años de cárcel, lo que cumplió en la prisión de Spandau. Obras suyas son Diez años y veinte días y Mi vida como soldado. Murió en 1980 a la edad de 89 años.
[3]En numerosos trabajos de investigación y monográficos realizados por estudiosos e investigadores, fundamentalmente de universidades cubanas, relativos al papel de la industria azucarera de ese país durante la Segunda Guerra Mundial, a menudo se critica, una veces de forma velada y otras abierta, la postura del gobierno cubano de aquel entonces, por no haberse aprovechado de la condiciones que ofrecía el estado de guerra para incrementar los precios del crudo, lo que hubiera reportado enormes beneficios para la economía cubana y por ende para el pueblo (discurso oficial), y por el contrario, (se suele argumentar), mantuvo dichos precios por debajo de las posibilidades del incremento de dicho mercado; achacando dicha postura a la miopía política y/o servilismo pro norteamericano de los gobernantes cubanos de la época. Concepción Hernán Pérez, en su trabajo: El “Informe Meyer” y la colaboración Cuba-Estados Unidos (1941-1945), Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba, 1999, (http://www.uo.edu.cu/ojs/index.php/stgo/article/viewFile/14599310/457) señala:
“…Nuestro país ha vendido globalmente las zafras azucareras de 1943, 1944 y 1945 a la paraestatal norteamericana Commodity Credit Corporation, en ocasiones por debajo del precio del Mercado Mundial, mientras otros productores prefirieron vender su azúcar en el Mercado Mundial a seis o más centavos la libra. Lejos de aprovecharse de su situación privilegiada, que de hecho dominaba el mercado azucarero, Cuba aceptó (sería más acertado el verbo, prefirió) la colaboración y el sacrificio…”- y más adelante, aduce dicha postura explicándola de la siguiente forma: “…el hecho de que Fulgencio Batista oficiara al frente de la nación cubana, garantizaba a los Estados Unidos el apoyo y la colaboración genuflexa…”
La decisión tomada entonces por los gobernantes cubanos fue inteligente y sensata, en consonancia con la responsabilidad de Cuba como nación aliada, en la lucha contra el Eje Roma-Berlín-Tokio y reducir el análisis de su ejecución, sólo a una aptitud de genuflexión de Batista, constituye un juicio, mediocre e irresponsable. Durante la Segunda Guerra Mundial, como nunca antes, ni después, se jugaba el futuro de la existencia de toda la humanidad en su conjunto y cualquier esfuerzo y sacrifico no era lo suficientemente grande. Aquella decisión alcanzada por acuerdo entre Cuba y Estados Unidos, que incluso podía crear estados de fricción entre el Gobierno de la Isla y los productores opuesto a las reducciones, constituyó una aptitud valiente y en consonancia con los difíciles momentos que se vivían, al margen de cualquier intención personal y mezquina que pudieran haber albergado algunos de los personajes que estuvieron implicados en dichos acuerdos, incluyendo al propio Presidente Batista.
[4] Anuario Estadístico de Cuba 1957, Negociado de asuntos tabacaleros, Ministerio de Agricultura.1958.
[5] Gómez Álvarez, Maximino; “U-boats del III Reich en Cuba pág 95, Edi. Entrelineas Editores. Madrid. 2009.
[6]Ver Santamaría García, Antonio, “El Crecimiento Económico de Cuba Republicana…”, Revista de Indias, Vol. LX, Nº 219, página 506.
[7] Mariano Faget Díaz, nació el 9 de Septiembre de 1904 en Holguín, antigua provincia de Oriente, donde transcurrió parte de su infancia; después de cursar estudios en el St. John´s College de Nueva York, retorna a Cuba donde labora en varios centrales azucareros, hasta que inicia su carrera policíaca, primero como reportero policial en el periódico cubano El Mundo y más tarde,  prestando sus servicios en el Cuerpo de la Policía Judicial, bajo la tutela del famoso investigador policiaco Alfonso L. Fors, del cual adquirió una enorme experiencia en el trabajo operativo dentro de ese cuerpo. Desde entonces, mantuvo estrechos vínculos con el F.B.I. norteamericano, con el que colaboró activamente, recibiendo entre los años 1931 y 1941 diversas condecoraciones por los servicios prestados y asistiendo, además, a un meteórico ascenso en su carrera como investigador policial. A través del Decreto Presidencial Nº 902 de 15 de Mayo de 1941, Mariano Faget fue ascendido a Teniente de la División Central de la Policía Nacional y el 2 de Junio de ese mismo año, mediante otro Decreto, el Nº 1697, se le asciende al grado de Capitán. Al ser creadas las Oficinas del Servicio de Investigación de Actividades Enemigas, se le nombra como su Director Jefe con grados de Comandante de Primera Categoría. Al frente del S.I.A.E., Faget desplegará toda su iniciativa, capacidad y experiencia acumulada en sus muchos años de servicio, para lograr el cumplimiento exitoso de las importantes misiones asignadas a esta. En 1944, al asumir Ramón Grau San Martín la presidencia del país, Mariano Faget se marcha a los Estados Unidos donde realiza varios trabajos vinculados al FBI. Después del golpe militar perpetrado por Fulgencio Batista en 1952, es creado el BRAC (Buró de Represión de Actividades Comunistas) y Mariano Faget asume la dirección de ese organismo represivo. El 1º de enero de 1959 huye de Cuba junto a Fulgencio Batista, quien antes había renunciado a su cargo de presidente de Cuba. Mariano Faget Díaz  vivirá en Estados Unidos hasta su muerte.
[8]Heinz August Adolf Sirich Lüning, (Hamburgo 1912-La Habana 1942), hijo de Stefan August Lüning y Elise Adelheit Duncker (Lily Lüning). Se graduó como Ingeniero en la Universidad de Berlín. Reclutado por la Abwehr en 1937, recibe entrenamiento para labores de espionaje, cifrado de mensajes, escritura secreta, transmisión, recepción de mensajes etc. Arriba a la Habana, Cuba a bordo del vapor de pasajeros español Villa de Madrid con la identidad de un ciudadano de origen hondureño nombrado Enrique Augusto Luni (versión castellana de su verdadero nombre). Se establece en la capital cubana, con el fin de organizar una red de espionaje. Descubierto en una operación conjunta del F.B.I., el MI6 y el S.I.A.E.  (Servicio de Información de Actividades Enemigas) cubano, es capturado el 1º de septiembre de 1942. Sometido a Juicio en la Causa nº 1366 por delitos de espionaje, es condenado a muerte, sentencia que fue ejecutada por fusilamiento en los fosos del Castillo de Príncipe, en La Habana,  al amanecer del 10 de noviembre de 1942. En 1953 sus restos fueron repatriados a su tierra natal.  
[9]HQ British Post Censorship Activity, (Estado Mayor Británico para Actividades de Censura Postal), centro de inteligencia que fue instalado desde 1939 por el Gobierno Británico en la edificación que ocupaba el hotel The Fairmont Hamilton Princess, una hermosa construcción del siglo XIX, en las Islas Bermudas. Con un personal de más de mil doscientos hombres y mujeres sólidamente adiestrado en tareas de inteligencia, cumplían las labores de monitoreo radio telegráfico y de intercepción de toda la correspondencia que salía y entraba, del o hacia el continente europeo, con especial énfasis en la destinada a países cuyos gobiernos mantenían relaciones de cordialidad con el régimen hitleriano. Gracias al trabajo desplegado por este centro, muchos planes de la Abwehr fueron descubiertos y desmantelados.
 [10] José Miguel Gómez, Militar y político cubano, nace en Sancti Spíritus, Provincia de Las Villa, Cuba el 8 de junio de 1858. Se incorpora a la Guerra de Independencia el 11 de septiembre de 1895 y al año siguiente por su participación heroica en la gesta, en especial durante la toma del poblado de Arroyo Blanco, se le confiere el grado de Coronel; ese mismo año es ascendido al grado de General de Brigada y en 1898, al de General de División. Es designado poco antes del fin de la guerra, como miembro de la Asamblea Constituyente, viajando a Washington en su representación. El 30 de junio de 1899 se acuerda conferirle el grado de Mayor General del Ejército Libertador. Durante la ocupación militar norteamericana de la Isla, es nombrado Gobernador de la Provincia de Las Villas. Formó parte de la Asamblea Constituyente encargada de la redacción de la Primera Constitución de la República de Cuba.  En 1908 es elegido democráticamente Presidente de la República por el Partido Liberal, mandato que desempeñó hasta 1912 en que dimite. Durante su Gobierno se realizaron grandes obras civiles como las del alcantarillado y la pavimentación de la Habana, así como, se crearon las granjas escuelas, las Academias de Artes y Letras, la Academia de Historia, el Museo Nacional y se fundó la Marina de Guerra de Cuba. José Miguel Gómez fallece en la ciudad de New York, el 13 de junio de 1921.



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